Era de esperar. Una Comunidad que acoge con júbilo la creación de un macrocasino que no respeta ley alguna es una Comunidad dispuesta a jugar a la ruleta rusa con el futuro de todos sus ciudadanos. Por eso, supongo, este nuevo curso escolar comienza con las mismas irregularidades que el anterior. O, para ser más exactos, con la reafirmación de algunas de ellas.
Entre estas situaciones incomprensibles -e indefendibles- con las que arranca el curso, nos encontramos con centenares de profesores -funcionarios de carrera- a los que, a fecha de hoy, aún no se les ha asignado destino alguno. Este mismo viernes, un compañero de matemáticas me escribía vía Twitter que - solo en su especialidad- son 70 los funcionarios en expectativa a quienes no se les ha dicho aún dónde trabajarán.
Por supuesto, los miles de interinos que el año pasado ya no trabajaron, este año seguirán sin hacerlo, con el agravante de que su situación ya no exclusiva de Madrid, sino compartida con los demás profesionales del territorio español, donde se ha decidido que podemos prescindir de su preparación, de sus ganas, de su capacidad. Total, qué mejor que engrosar las listas del paro y, de paso, desaprovechar un potencial humano que tan necesario nos es en nuestras cada vez más abarrotodas aulas.
Y, por si fuera poco, el peculiar póker de ases educativos de la Comunidad de Madrid, se cierra con la contratación a dedo de nativos irlandeses para que den clases -en los centros públicos- de las materias que se les encarguen (pueden disfrutar de la noticia completa en este enlace). A estos nativos no se les exige prueba de selección alguna (¿oposiciones? ¿eso qué es?), ni saber una sola palabra de español -lo que facilita muchísimo la comunicación en sus nuevos lugares de trabajo, por supuesto-, ni tener la más mínima noción de las materias que imparten (Tecnología, Educación Física o Plástica, entre otras). Se da por hecho, de este modo, que toda persona que sea nativa en lengua inglesa está capacitada, por eso mismo, para desarrollar un programa de educación visual, artística, deportiva o tecnológica. Este axioma se puede calificar de una única manera: es una aberración.
Básicamente, consiste en pensar que cualquiera de nosotros -por el mero hecho de ser nativos en una lengua- podríamos educar a alumnos extranjeros en la asignatura que mejor nos parezca. Así pues, no veo el momento de largarme a Irlanda y dar unas cuantas clases de Biología en español. O, mejor aún, a Finlandia, es decir, a un lugar donde ni siquiera conozca el idioma de mis alumnos, ni de sus padres, ni de mis compañeros, y en el que daré clases de una materia que tampoco conozco. Brillante, ¿a que sí? Pues eso, exactamente eso, es lo que está pasando en las Vegas. Perdón, en Madrid.
Por otro lado, no se puede decir que la calidad educativa sea una prioridad para nuestros gobernantes (y, menos aún, para nuestro actual ministro: ¿cómo vamos a recuperar cuanto estamos retrocediendo por su gestión?), pues no solo son los irlandeses "a dedo" quienes impartirán materias que desconocen. En el caso de los profesores que sí nos hemos ganado el puesto por méritos propios -supongo que por eso molestamos tanto: como no debemos favores a nadie, no somos manejables-, el tema de las famosas afines va a dar lugar a situaciones de lo más amenas.
O puede que no. Puede que esto de la educación no le preocupe a nadie. Porque lo que necesitamos son camareros y personal barato para que Eurovegas funcione como debe. Sí, quizá es que educar es una pérdida de tiempo en un mundo que prefiere consolidar el elitismo y el opio mental para todos como forma de gobierno y de sumisión. En breve, habremos de pagar muy caro -mucho más de lo que ahora mismo imaginamos- todo esto.
Hagan sus apuestas.
Fernando J. López
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Todos lo comentarios están moderados y se permiten anónimos.
Los anominos no aportan el valor de defender lo que se piensa.
No se publicarán aquellos que sean ofensivos.
Gracias.
La Plataforma