Os copiamos una carta de un padre del IES Gerardo Diego de Pozuelo de Alarcón, Javier Yaniz, que ha enviado a la Plataforma y que quiere que sea publicada en nuestro blog. Fue enviada en Octubre por registro a la Consejera de Educación de la Comunidad de Madrid y a la presidenta Esperanza Aguirre.
Respetadas gobernantes:
Por la presente queremos manifestarles nuestra preocupación, desacuerdo e indignación con las medidas adoptadas por ustedes mediante sus “Instrucciones de comienzo de curso 2011/2012”, dictadas para obligado cumplimiento de todos los Institutos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid, entre los que se encuentra nuestro centro.
Dado que nuestros hijos- como todos los estudiantes de Centros Públicos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid- se ven afectados directamente por dichas instrucciones en el sentido de recibir otra “vuelta de tuerca” de lo que venimos percibiendo como un proceso de deterioro de la calidad de la enseñanza pública auspiciado por los paulatinos recortes de medios que ustedes están provocando en los últimos años, exigimos de su Consejería y Presidencia la anulación o retirada de dichas instrucciones de comienzo de curso.
Las razones para elevar esta petición a la categoría de exigencia son de la máxima importancia política o social (no podría ser de otro modo para hacerlo) y pasamos a explicarlas con el intenso deseo y el sincero convencimiento de que ustedes las leerán y analizarán como se merecen.
En primer lugar, como ustedes bien saben, la Educación es la actividad individual, familiar y colectiva más influyente de manera mediata en la composición y calidad de las sociedades futuras. Nuestra Constitución y el buen sentir político protegen tanto la libertad en la elección de la misma como la protección de un sistema público y gratuito que garantice una Educación de Excelencia accesible para todos.
Nuestra impresión (y la de muchos ciudadanos votantes de todos los partidos políticos) es que ustedes se han ocupado en potenciar lo primero (la enseñanza privada), incluso con la inyección de dinero público (Colegios Concertados, etc.), mientras han desprotegido lo segundo (la enseñanza pública).
Y somos muchos más los que creemos que no se trata sólo de una desprotección o una falta de celo en cumplir el mandato constitucional.
Pensamos, a la vista de los acontecimientos, declaraciones y tomas de posición de ustedes, que se trata de un ataque frontal al sistema de enseñanza pública, persiguiendo su debilitamiento mediante la merma de su calidad hasta conseguir un trasvase de decisiones de escolarización del sistema público al privado. Una vez lleguemos al estado en que la comparación entre la calidad de ambos sistemas no ofrezca lugar a dudas para cualquier padre responsable respecto a la formación de sus hijos habrán allanado el camino para privatizar al máximo este sector de la actividad.
Y, es aquí donde percibimos su error: la EDUCACIÓN no es un sector más de la actividad empresarial. Se trata no sólo de un derecho básico de los ciudadanos (junto con el derecho a la sanidad) sino de la piedra angular sobre la que se construye la sociedad. Antes dijimos que se trataba de la acción humana más influyente de forma mediata. Pero estamos en el reino de lo inmediato y algunas decisiones políticas se toman con las “gafas de cerca”.
Nuestra impresión es que dentro de la batalla político-ideológica: privado “versus” público, empresa frente a estado, liberalidad contra comunidad, se os ha ido la mano al incluir la EDUCACIÓN como arma de guerra.
Ni siquiera bajo vuestros postulados y principios políticos se puede defender la preponderancia de un sistema privado de educación frente a uno público.
Y la razón es muy simple: Vosotros no defendéis una sociedad en la que existan clases sociales claramente delimitadas donde el denominador común sea la prevalencia de las mismas sin apenas saltos entre ellas de manera que su perpetuación sea casi automática. Quien pretendiera ese objetivo político-social sabe muy bien que la base en que se sustenta es el acceso restringido a la educación y formación de las clases bajas. Y ello, automáticamente, produce el encapsulamiento de los poderes económicos y fácticos en general.
Vosotros defendéis una sociedad plural con igualdad de oportunidades para remar (aunque auspiciando que el barco en que cada uno reme sea muy diferente, desde una balsa de palos para unos hasta un trasatlántico para otros) donde la libertad individual permita a cada uno obtener sus frutos en función de su valía y su esfuerzo.
Y buena parte de vuestro atractivo político radica precisamente en este principio: la posibilidad de cualquiera de llegar tan alto como se proponga y pueda alcanzar, un poco al estilo de la sociedad estadounidense. De hecho para muchos ciudadanos españoles críticos con ese país, esa es la única virtud del mismo porque conlleva un germen de justicia si no distributiva sí de acceso a las oportunidades. Pero se da la circunstancia de que la mayoría de esas oportunidades que ofrece ese país son recogidas por extranjeros que llegan de sus países de origen MUY BIEN FORMADOS.
Ahí está la clave de la libertad para acceder a las oportunidades: la preparación personal para poder ejercerla en beneficio propio.
Pues bien, sólo un sistema de educación público y gratuito garantiza a la larga este principio capital de las sociedades modernas que intentan ser justas: el principio de la igualdad de oportunidades de sus ciudadanos.
Por favor, no os obcequéis en una visión mercantilista de la educación, ni siquiera en una mala traducción de la idea de la libertad de enseñanza. Para que dicha libertad sea real y efectiva es necesaria la paridad entre las opciones a elegir. Si nos ofrecen, como antaño, “la bolsa o la vida” se podrá defender que nos han dado libertad de elección pero al menos habrá que reconocer que dicha libertad resultaba “poco duradera”.
Atentamente.
PADRE DE ALUMNOS DE SECUNDARIA DEL “IES GERARDO DIEGO”. POZUELO DE ALARCÓN. MADRID
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